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Autorretrato

El lienzo en blanco llamaba a ser ocupado, las primeras pinceladas hacían que la tela succionare el óleo dejándola deseosa de mucho más colores.
Del otro lado el pintor miraba fijamente el cuadro vacío, mientras llamaba a la inspiración esperando pacientemente que se presentare en algún momento. Pero la musa lo había abandonado hacía un tiempo ya. La felicidad del amor siempre fue propensa a cegar los desfiles de la buscada inspiración, impidiendo al artista desplegar su talento.
De pronto, intempestivamente, la voz de un niño irrumpió la conexión entre él y su nada. Se escuchaba distante y no era demasiado clara, pero la dulzura e inocencia del tono de esa voz no le dejaba dudas al hombre que se trataba de una infante criatura.
-¿Quién sos? – Preguntó el hombre con los ojos desorbitados y el pincel en la mano.
-¿Acaso no lo sabés? Deberías escucharme más seguido y sacarme de aquí de una vez por todas- respondió el niño, con una voz más clara y dulce aún.
-No te veo. ¿Dónde estás, necesitás ayuda pibe?
-Hace mucho que necesito de tu ayuda, pero es la primera vez que respondés a mis llamados- dijo tristemente el pequeño.
-No puede ser, estás hablando de otra persona, decíme dónde estás por favor. Me preocupás- contestó el artista mientras miraba a su alrededor.
-¿Por qué buscas lo que no puedes ver?- infirió traviesamente el pequeño mientras un risa burlona se le escapaba.
-¿De qué hablás nene? ¿Me querés tomar el pelo acaso? Rajá de acá que no tengo tiempo para lidiar con estupideces- dijo levantando la voz mientras revoleaba el pincel de un lado a otro buscando intimidar al niño que no podía encontrar.
-Si tan sólo te dieras cuenta de que estoy siempre a tu lado, de que muchas de tus decisiones no las puedo cambiar, a pesar de que grito desesperadamente para que no hagas lo incorrecto. – dijo mientras el tierno e inocente sonido de su voz, comenzaba a quebrarse poco a poco, luego de un breve silencio se lo escuchó mucho más efusivo, y continuó – Pero hay veces que de alguna manera misteriosa lográs oírme, y hacés algunas de las cosas que realmente quiero.
-¿Acaso me he vuelto loco ya?. ¿Sos un fantasma, o alguna manifestación de esas que soy totalmente escéptico? – interrogó entre irónico y temeroso el artista, mientras continuaba la vana búsqueda del chiquillo.
-Estás loco hace demasiado tiempo, – respondió la voz entre risotadas - desde el momento que me dejaste encerrado aquí comenzaron todos tus problemas y manías. Lo peor es que todos tus pesares yo los llevo a cuestas, y sinceramente no sé hasta cuando podré aguantar tanto peso. Mi cuerpo es pequeño y mi fortaleza no se ha unido a la tuya como para que podamos, juntos, tirar hacia el mismo lado. Todo lo que aprendí, todo lo que hice, todo lo que viví, al parecer fue en vano. Nada de ello has rescatado, y ahora sos todo eso que nunca quisiste ser.
El hombre guardó silencio, su respiración era cada vez más lenta y podía ahora, también, oír los latidos pausados de su corazón. Parecía que el tiempo se detenía. La mirada del artista ya no apuntaba hacia ninguna parte, se encontraba perdido en un pasado distante y remoto para él, pero en realidad no habían pasado tantos años. Comenzó a reconocer la voz, ya la había escuchado antes, cuando vivía en un mundo repleto de sus sueños y juegos hechos realidad.
-Todo era más fácil en ese entonces – dijo el artista mientras comenzaba a embeber el pincel en su paleta y creaba, de a poco, una figura humana que todavía no lograba definir- los dibujos animados religiosamente en el desayuno y la merienda, las siestas con mi hermana inventando mundos lejanos con los mismos juguetes de cada día, las escondidas y faroleras en las noches de verano, los partidos de fútbol en los potreros de mi barrio, los gritos después del timbre del recreo, las rodillas sucias, la sonrisa de la abuela, la música en discos de vinilo, la preocupación de mis padres por mis enfermedades, el olor particular del abuelo, los desvelos de la espera del Niño Dios y los Reyes Magos, porque todo lo que me decían, por imposible que parezca a cualquier juicio, para mí era verdad…- recordó en voz alta sin dejar de pintar.
Soñar, vivir, hacer, llorar, reír, gritar, todo impunemente en el mundo real, real, real, realidad, realización, realeza, realzar, realmente, realista, realmentehadejadotodossussueñostapadosporvivirenelmundorealrealreal.
El artista miró la pintura terminada mientras sus lágrimas llovían torrencialmente por su rostro e inundaban su frondosa barba. De inmediato reconoció a ese niño de la obra finalizada, quién lloraba junto a él.
-Por fin me sacaste de esa oscuridad donde me hallaba,- sollozó el pequeño artista- volvemos ser libres, juntos, otra vez.